Su historia
El Museo Botánico de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales es uno de los de mayor jerarquía de nuestro país. Su origen enraiza con el nacimiento de la Academia Nacional de Ciencias, fundada por el gran Sarmiento en 1870, razón por la cual es el centro botánico más antiguo del país. A fin de organizar la flamante corporación, contratóse en Europa a un equipo de especialistas en diversas ramas de las ciencias
Se hallaba entre ellos Paul Günther Lorentz (1835-1881), botánico germano que inicia con gran entusiasmo la exploración sistemática de la flora argentina, prácticamente virgen por entonces; realiza así viajes por Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Tucumán, Catamarca, Jujuy y parte del territorio boliviano (Tarija, etc), sólo o en compañía de Georg Hieronymus, ayudante éste que llega de Alemania en 1872, y lo sucede en la cátedra y en la dirección del Museo en 1874, año en que Lorentz pasa a Concepción del Uruguay, como profesor de su famoso colegio de enseñanza secundaria. Aparte de sus colecciones, uno de los mayores méritos de Lorentz radica en haber publicado en 1876 (en el libro de Richard Napp "La República Argentina"), el primer ensayo de conjunto sobre fitogeografía argentina, que ha servido de base a todos los estudios posteriores sobre nuestra vegetación.
Hieronymus Georg (1846-1921), continúa la obra de Lorentz, explorando principalmente el área de las Sierras de Córdoba hasta que, en febrero de 1883, renuncia al cargo y regresa a su patria, incorporándose al personal del Herbario y Jardín Botánico de Berlín-Dahlem. Antes de partir, donó al Museo una valiosa colección con cerca de 10.000 ejemplares de plantas europeas y a la Biblioteca Mayor de la Universidad, sus libros botánicos. Pero, sin duda alguna, lo mejor que Hieronymus dejó a la Casa de Trejo fueron esos diez años de trabajo fecundo al frente de su Museo Botánico, cuyos resultados se reflejan tanto en el acrecentamiento del Herbario, como en los valiosos estudios originales que produjo; mencionaremos, sobre todo, su monografía ejemplar sobre Lilaea subulata, el excelente libro sobre plantas útiles de nuestra flora, tan consultado aún en nuestros días, la descripción ilustrada de algunas plantas indígenas, etc. El gran Herbario reunido durante siete años de trabajo por Lorentz y Hieronymus, junto con algunas colecciones de Federico Schickendantz procedentes de Catamarca, permitió la aparición de los dos primeros trabajos de conjunto sobre plantas argentinas, a saber: "PlantaeLorentzianae" y "Symbolae ad Floram Argentinam", publicados en Alemania en 1874 y 1879 respectivamente; los dio a luz August Grisebach, profesor de la Universidad de Goettingen, y a la sazón uno de los botánicos más renombrados del mundo, quien tuvo el privilegio de estudiar una serie completa de las plantas recogidas por sus compatriotas en nuestro territorio, debido a que por falta de bibliotecas sobre la materia, a éstos no les era posible hacerlo personalmente. Ambos aportes de Grisebach son fundamentales para el conocimiento de la flora argentina; en ellos se describen o se mencionan 2265 especies de Traqueófitas, muchas de éstas nuevas para la ciencia. La serie original de especímenes que sirvió de base a dichos estudios, se conserva desde entonces en el Herbario de la Universidad de Goettingen, mientras que otra serie de duplicados quedó en el Museo de Córdoba; es ésta una de las principales razones que explican su posición de vanguardia entre los Herbarios de la Argentina.
A estas colecciones básicas de los primeros años se fueron incorporando más tarde muchas otras no menos importantes. Sin lugar a dudas, debemos mencionar aquí, en primer lugar, la obra de Fritz Kurtz (1854-1920), el talentoso sucesor de Hieronymus; doctorado en 1879 en la Universidad de Berlín, Kurtz se hace cargo de sus funciones en la Universidad de Córdoba el 22 de setiembre de 1884. Desde entonces, hasta su retiro en 1915, cumple una obra extraordinaria explorando a lomo de mula, como sus antecesores, vastas regiones de nuestro país (principalmente Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, Neuquén y La Rioja), casi todas apenas conocidas para el mundo botánico. Reúne así el famoso "Herbarium Argentinum" con 16.299 números, cada uno con abundantes duplicados y todos preparados en forma maestra. Paralelamente con sus tareas de exploración o de rutina en el ordenamiento de las colecciones del Museo, Kurtz enriqueció el acervo bibliográfico de la botánica argentina con estudios de diverso orden; sobresalen, entre éstos, su obra sobre plantas fósiles, la excelente y muy copiada sinopsis sobre la vegetación de la Provincia de Córdoba y, por la gran utilidad que prestaron, sus dos catálogos críticos sobre bibliografía botánica de la Argentina y países limítrofes.
A Kurtz lo sucede en la cátedra y en la dirección del Museo Botánico, Carlos C. Hosseus (1878-1950), quien da término con éxito a las gestiones iniciadas ya en vida de Kurtz, para la compra de su herbario y biblioteca particulares; semejante adquisición aumenta notablemente las posibilidades del instituto en la investigación fitotaxonómica, al incorporar alrededor de 50.000 ejemplares de plantas de Europa, Africa, Asia, Australia y América, así como cerca de 2000 volúmenes(entre libros y revistas) y una cuantiosa colección de folletos. Iniciada así en forma tan auspiciosa su gestión, Hosseus debió enfrentar las mismas dificultades habidas por su antecesor: falta de medios para mantener al día la biblioteca y falta de personal técnico y científico para ordenar y clasificar el cuantioso material acumulado, como también para hacerle rendir los frutos que de él siempre esperó el mundo científico, realizando investigaciones originales de interés regional o nacional.
Es justo reconocer que cuanto se realizara hasta ese tiempo en el Museo Botánico se debió casi exclusivamente al espíritu desinteresado y alto concepto de responsabilidad científica de sus directores"ad honorem" que, con un solo ayudante (lego por añadidura), o completamente aislados, cumplieron una obra de mérito vigilando por el estado de las colecciones, y aún enriqueciéndolas en la medida de su esfuerzo personal.
Recién en 1939 inician las autoridades universitarias una saludable reacción, mejorando algo tal estado de cosas, y proveen al Museo con dos ayudantes legos; esta medida le permitió a Hosseus reiniciar el ordenamiento de las colecciones interrumpido durante casi 20 años,y donar su colección particular de Traqueófitas, compuesta por casi 7000 números de Argentina, países limítrofes y Siam.
Poco después, en 1945,se incorpora Armando T. Hunziker al personal del Museo, colaborando con Hosseus como becario; ello fue posible gracias a la intervención de la benemérita Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, que facilitó los medios económicos necesarios durante 2 años.
Hosseus se aleja del Museo Botánico a fines de 1946, debido a su jubilación como Catedrático de la Universidad; asume entonces la Dirección Armando T. Hunziker (1919-2001) iniciando una fructífera gestión que dura 53 años. Resumir la actividad desarrollada durante tan largo período excede las posibilidades de esta reseña. Por otra parte, señalar los logros más conspicuos podría dejar de lado muchos hechos importantes que aunque sin propia trascendencia modificaron la historia del Museo.
Con mucho acierto, en 1947 el gobierno de la Casa de Trejo decide centralizar las colecciones botánicas de la Universidad; se transfiere entonces al Museo Botánico el Herbario Fanerogámico de Teodoro Stuckert, que había sido comprado unos años antes por la Facultad de Ciencias Médicas. También en ese mismo año, se moderniza algo la biblioteca, y se obtiene la suscripción a varias revistas especializadas; luego, en 1948, se compran al Dr. T. H. Goodspeed, el conocido botánico de la Universidad de California, 58 libros y 108 volúmenes de revistas.
El estado de las colecciones en 1951, año en que aparece por primera vez esta reseña sobre el Museo Botánico, se estima que el Herbario se componía de unos 115.000 ejemplares de plantas, casi todas Traqueófitas, procedentes de todas partes del mundo, aunque casi la mitad son argentinas. De este total, apenas una quinta parte estaba pegada sobre cartulina en la colección general, y en condiciones de ser estudiadas directamente; el resto estaba separado en 5 colecciones independientes que,paulatinamente a medida que el escaso personal disponible lo permitía, se iban preparando e insertando en la colección general.
Merced a la preocupación de las autoridades universitarias, se concreta la compra de la colección de Musgos y Líquenes reunida por Hosseus (con cerca de 37.000 especímenes, entre originales y duplicados), así como de su biblioteca botánica (con 540 libros, unos 1700 folletos y algo más de 3000 fascículos de revistas). Gracias al avance de los estudios micológicos, se ha logrado reunir, también, una colección de cerca 2000 ejemplares de hongos procedentes de Córdoba y provincias limítrofes, entre los que se incluyen algunos tipos nomenclaturales.
Con ello, se enriquecen los recursos bibliográficos y se llena un sentido vacío en el Herbario, constituido hasta entonces casi exclusivamente por Traqueófitas.
Las plantas fósiles que sirvieron a Kurtz de base para sus manuscritos, los cuales fueron recopilados por Hosseus y publicado en 1921 en Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, son transferidas al Museo de Paleontología.
Ana Anton. Obtuvo el título de Doctor en Ciencias Biológicas en el año 1982, en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, realizando su Tesis Doctoral en el campo de la Agrostología en el Royal Botanical Garden de Kew, Inglaterra y en el Museo Botánico de Córdoba. Actualmente es Profesora Titular en la Cátedra de Diversidad Vegetal II de la Escuela de Biología de la UNC. Es Investigadora Principal de CONICET y Directora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), Unidad Ejecutora de CONICET en convenio con la UNC. Es Directora del Museo Botánico de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC desde 1999 y fue entre 1999 y 2006, la Directora de Kurtziana, revista editada por el Museo. Ha participada activamente a nivel nacional e internacional en el campo de la Botánica, donde ha presentado numerosos trabajos en congresos y reuniones científicas realizados en nuestro país y en el extranjero. Es miembro del Species Plantarum Program (Flora of the World), de la Organization for Flora Neotropica y forma parte del Comité Científico de la Red Latinoamericana de Botánica (RLB). A nivel nacional, dirige el Programa Flora Fanerogámica Argentina, dedicado al estudio de las plantas con flores de la región. Dirigió la Carrera del Doctorado en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Córdoba entre 1999 y 2004 y actualmente es Coordinadora por la contraparte argentina en el Programa de Centros de Postgrado Asociados Brasil/Argentina de la Secretaría de Políticas Universitarias (Argentina) y CAPES (Brasil). Ha sido Coordinadora Académica (Ediciones 2006 y 2007) de la Escuela Complutense Latinoamericana, sede Córdoba, Argentina, instalada por convenio entre la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Nacional de Córdoba. Su trayectoria como científica está avalada por más de 70 contribuciones originales publicadas en revistas nacionales e internacionales. Tiene una importante trayectoria en sistemas de evaluación en agencias de promoción científica y organismos nacionales tales como CONICET, SECyT, CONEAU, SPU, RLB. Fue Miembro del Directorio (1988-1990) y luego Presidente (1990-1991) del Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Provincia de Córdoba.
Gabriel Bernardello A partir del año 2012, el Dr. Bernadello asumió por concurso la Dirección del Museo Botánico.
Ha desarrollado su carrera en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, donde recibió los títulos de Profesor en Ciencias Biológicas (1974), Biólogo (1976) y Doctor en Ciencias Biológicas(1981), habiéndose dedicado tanto a la investigación en Botánica como a la enseñanza de la Biología.
Fue Secretario de Asuntos Académicos de la Universidad Nacional de Córdoba, Secretario de Investigación y Posgrado y Vicedecano de la FCEFyN. Es co-Director de la Maestría de Educación en Ciencias Experimentales y Tecnología y Profesor Titular Plenario de la cátedra de Introducción a la Biología. Se desempeñó también como Director de la Colección de Ciencias Naturales de la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba (2007-2013). En otras instituciones, es Investigador Superior del CONICET, Director del Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica (desde 2000) y Vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias (desde 2019).
Entre las distinciones que obtuviera en su carrera, se mencionan el Premio "Bernardo Houssay" (1987) de CONICET, el Premio "Lorenzo R. Parodi" para el bienio 1985-1986 de la Sociedad Argentina de Botánica y su nombramiento como Miembro Correspondiente de la "Botanical Society of America" (U.S.A.) en 2006. Ha publicado más de 130 trabajos científicos en revistas científicas de primer nivel, tanto nacionales como internacionales, en aspectos de biosistemática (con especial referencia a la familia Solanáceas), biología reproductiva y citogenética de Angiospermas. Se destacan sus estudios pioneros en nuestras latitudes sobre el néctar floral.